El hábito de succión que presentan los niños pequeños se debe a un reflejo natural que tenemos los seres humanos y que ya estaba presente en su hijo cuando aún se encontraba en el útero materno.
Se trata de algo completamente normal e incluso sano. No hay motivo para sentirse preocupado porque su hijo haga eso. El deseo de chupar está relacionado con la capacidad de supervivencia, ya que le permite alimentarse y crecer.
Un error frecuente es interpretar esto como falta de aporte en la alimentación del niño. De hecho, este efecto relajante del chupeteo es tal que permanece mucho más allá de los primeros meses de vida, cuando el reflejo de succión ya no es necesario en su función nutricional.
El uso del chupete tiene demostrada su utilidad como una medida eficaz y simple de calmar a un niño pequeño en situaciones de intervenciones menores y procedimientos médicos ambulatorios, potencialmente dolorosos.
Algunos ejemplos corrientes pueden servir de ejemplo: administración de vacunas, extracciones de sangre, curas efectos sobre la salud dental:
Las situaciones de succión enérgica y chupeteo continuo (durante todo el día incluso cuando corren y juegan), tanto del chupete como del pulgar u otros dedos, son hábitos que pueden causar, como consecuencias, deformidades en la boca e impedimento del correcto alineamiento de las piezas dentarias.
Si el hábito no es tan enérgico y se limita a algunas situaciones concretas del día, lo normal es que no cause ningún perjuicio permanente y que se consiga una correcta mordida, siempre que el hábito desaparezca antes de los 3 años.
En cualquiera de los casos, si el hábito aún se mantiene hacia los 6 años de edad, nos vamos a encontrar con varios problemas a nivel de la dentición y mordida del niño, cuanto más se prolongue en el tiempo el hábito de succión, mayor será este efecto deformante.
En el caso del pulgar u otros dedos, también hay que tener en cuenta los daños en el propio dedo, como callosidades, úlceras e infecciones de heridas locales.
Este consejo informativo, junto con el apoyo claro y constante de los padres, consigue que la mayoría de los niños abandonen el hábito. Si no da resultado, consulte con el dentista para plantearse otras soluciones y valorar la repercusión del mantenimiento del hábito.
¿Dedo o chupete qué puede ser más perjudicial?:
• El hábito de uso del chupete es mucho más fácil de interrumpir. Sobre el chupete, los padres siempre tendrán más control que sobre el uso del dedo. El chupete siempre se podrá tirar a la basura y decirle que ha desaparecido (“misteriosamente”). El dedo, por el contrario, siempre lo tendrá a mano.
• Los chupetes resultan ser objetos de succión más blanditos y causan menos daño a los dientes, sobre todo si la elección del chupete es correcta (ver más abajo).
• El recubrimiento del chupete permite aliviar la tensión ejercida sobre los dientes.
• Los chupetes pueden lavarse enérgicamente, todas las veces que haga falta.
Los siguientes son algunos consejos para ayudar y estimular a su hijo a que abandone el hábito de chuparse el dedo y el chupete:
• No le castigue por la práctica del chupeteo del dedo. Hay que usar la estrategia opuesta, es decir se trata de proporcionar refuerzo positivo felicitándole y premiándole con unas mayores atenciones cuando no lo esté haciendo. Cuando se decida a disminuir el hábito, hay que recompensarle cada día que consiga tener éxito en el intento.
• Para el niño que quiere abandonar el hábito, resulta a veces útil envolverle el dedo con una tirita que le servirá de recordatorio de que debe dejar de chuparse el dedo. Puede aceptar también ponerse un guante durante el sueño nocturno.