La mascarilla, que ha entrado a formar parte de nuestra indumentaria diaria, ha traído algunos problemas. Es conocido el maskné, el incremento de acné. Otra reacción que han empezado a ver los especialistas es la sensación de rostro cansado y envejecido.
Hay varios factores que influyen en el deterioro del rostro, más allá del proceso natural de envejecimiento.
- El estrés perjudica e influye en la aparición de arrugas.
- Malos hábitos de alimentación, como una dieta de adelgazamiento drástica.
- La presión de la mascarilla se suma ahora a ellos.
Cómo puede envejecer la mascarilla
Para entender cómo puede influir la mascarilla, hay que tener presente un elemento básico que nos marca el rostro: la grasa.
Nuestra cara tiene una serie de depósitos de grasa que se encuentran sobre todo justo a los dos lados de la nariz, en los pómulos hasta las cuencas de los ojos.
“Estos depósitos se llaman grasa malar y aportan aspecto juvenil al rostro”, explica la doctora Conchita Pinilla, cirujana plástica y estética. La grasa malar es muy superficial y se desplaza fácilmente si presionas sobre ella o si el músculo facial que la sustenta no está bien entrenado.
La presión constante y diaria de la mascarilla puede desplazar la grasa, ralentiza la circulación sanguínea y produce retención de líquidos.
- Este desplazamiento puede ir hacia la zona inferior del contorno de ojos y producir ojeras y bolsas pronunciadas.
- También baja hacia la mandíbula en forma de doble mentón.

¿Pasa con cualquier mascarilla?
El resultado es que el rostro da un aspecto más envejecido de la edad real de la persona.
Como los ojos cobran mucha más importancia ahora que el rostro está tapado, también la sensación estética de unos ojos con aspecto cansado es aún peor.
- No pasa siempre igual ni con cualquier mascarilla. La clave es la presión que ejerce en el rostro.
“La mascarilla condiciona la comodidad y la estética. ¿Te has fijado que cuando te va pequeña o las gomas tiran demasiado además de resaltar las ojeras dejan marca en la mejilla?”, apunta la doctora Pinilla.
Cuanto mejor ajustada está más te protege, pero esto puede estar reñido con la estética.
Por tanto, el primer paso es intentar que la mascarilla se ajuste bien y, en lo posible, que no apriete en exceso.
Consejos para frenar el daño en el rostro
El segundo paso es aplicar hábitos diarios que reviertan los problemas causados por la mascarilla.
- Una buena hidratación facial. “Es un gesto básico. Hay que poner crema dos veces al día, mañana y noche”, aconseja la doctora.
- Un contorno de ojos rico en cafeína y vitamina C, capaz de descongestionar y unificar el tono.
- No dormir boca abajo. Disminuye mucho la retención de líquidos en los párpados. Lo mejor es boca arriba o, en todo caso, de lado.
- Poner frío sobre los párpados. A veces ayuda a recuperar, puesto que el frío contrae.
- Dar descansos a la cara. Si nos lo podemos permitir, es una ayuda quitarnos la mascarilla cada cierto tiempo para dar descanso a la cara.
