La residente de Los Ángeles ahora sostiene que siente como deber advertirles a los jóvenes que el COVID19 es una enfermedad seria y ellos no están exentos.
Martínez estuvo al borde de la muerte al estar en coma por varios días. Al revisar sus pulmones que parecían como los de un fumador o una persona de 70 años, los doctores le dijeron que tenía un 15 por ciento de probabilidades de vida.
Su salud empeoró a las pocas horas de ingresar al hospital y tuvo que ser puesta en respiración artificial.
“Me vi caminando hacia una luz. Y entonces escuché una voz que me dijo que me quitara los tubos que tenía en la boca… ‘quítate eso, tu no lo necesitas’, fue entonces cuando desperté”, asegura.
Para ese momento, los doctores y enfermeras corrieron a ver a la joven, quien se había quitado el respirador artificial.
“Me dijeron que lo que había hecho era peligroso, pero milagrosamente empecé a respirar bien. Sólo tenía 15 por ciento de probabilidad de vida. Mi experiencia es un milagro que tengo que compartir”.
La joven fue diagnosticada con síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) por el doctor de medicina interna, señala el doctor Arinder Chadha.
“Sospechamos COVID19 en base a su análisis de sangre e inmediatamente le recetamos hidroxicloroquina y antibióticos. Tres días después, estaba más enferma y la pusimos en un ventilador. Finalmente, dio positivo por COVID-19", agrega Chadha. “En este punto, tuve dudas de que lograra sobrevivir”.
“Escuché las advertencias, pero pensé que no me afectaría”, reveló Martínez, quien trabaja en un bar de Inglewood como cajera.
“Veía las noticias y creía que sólo les afectaba a las personas mayores de edad o diabéticos o individuos con problemas respiratorios”, dice Martínez.
Después todo, para ella la enfermedad era como cualquier resfriado, siempre había sido saludable y no tenía ninguna condición médica.
La joven dejó de trabajar hace un mes, cuando el gobierno estatal empezó a pedir el cierre de varios establecimientos.
Pero una semana después del cierre de su empleo, empezó a sentir los síntomas, entre ellos pérdida de olfato y del sentido gustativo hasta que empezó la fiebre.
“Empecé a tomar medicamento de la tienda para bajar la fiebre. Pensé que tenía un resfriado, pero dos días después de que no me bajaba y con dolor de cuerpo fui al doctor”, dice.
Ese 18 de marzo, el médico que la recibió le dijo que tenía bronquitis sin hacerle exámenes. La joven recibió medicamento y fue enviada a casa a descansar.
Dos días después, con los síntomas cada vez más claros y apenas pudiéndose mover del dolor corporal, la fiebre y la tos, fue trasladada en ambulancia a Los Angeles Community Hospital, en el este de Los Ángeles.
“Ahí me dijeron que tenía neumonía y ya no me dejaron ir a mi casa. Una vez que hicieron Rayos X y exámenes de sangre, me informaron que tenía pocas probabilidades de vida”, relató Martínez.
Durante las siguientes horas, la joven no recuerda nada, pero enfatiza que durante su estancia ocurrió un milagro, mismo que ahora la tiene viva y contando su historia.