Un problema ocular puede llevar asociada una enfermedad general; de ahí la importancia de acudir de manera regular al oftalmólogo, ya que no sólo resolverá el problema ocular, sino que durante la revisión también puede detectar otras enfermedades que se manifiestan a través de síntomas oculares.
Esto puede suponer una detección precoz de dicha enfermedad y facilitar su tratamiento.
Se puede decir que los ojos son un órgano diana para dos tipos de enfermedades.
Por un lado, las enfermedades autoinmunes como el lupus o la artritis reumatoide, que producen trastornos oculares como la uveítis, queratitis, queratoconjuntivitis…
Por otro lado, el ojo también puede reflejar la existencia de infecciones en cualquier parte del cuerpo. Algunas de ellas pueden llegar a ser muy graves como la toxoplasmosis o la tuberculosis, que presentan síntomas a nivel ocular como la retinitis, la uveítis, o la dacriocistitis.
Tanto en enfermedades autoinmunes como en infecciones corporales, las manifestaciones oculares de estas enfermedades sistémicas cursan con síntomas visuales; de hecho, el paciente suele acudir al oftalmólogo antes de sospechar que ese problema ocular es un síntoma de otra enfermedad.
Diagnóstico y valoración
El diagnóstico y valoración global de una afectación ocular por parte del oftalmólogo permite que a través de ese problema ocular pueda detectar y diagnosticar otras enfermedades y así tratarlas a nivel ocular y a otros niveles, si la enfermedad afecta a otros órganos.
En este caso, el oftalmólogo diagnostica la enfermedad y orienta y deriva al paciente a otros compañeros (especialistas en medicina interna, en reumatología, etc. ), en función de la enfermedad; de ese modo el paciente puede recibir un tratamiento global.