Cuanto más alto y estrecho es el zapato, más daño hace a nuestros pies. Pueden ocasionar juanetes, callos, rozaduras e incluso llegar a comprimir los nervios. Y la cosa no queda ahí, porque los tacones de vértigo también pueden ser culpables de problemas de espalda y rodillas.
Analizamos los 6 peligros de preferir tacones de forma prolongada:
- Malformaciones en los pies
Los peligros más habituales de los tacones altos son los más temidos por los podólogos, que llevan años advirtiendo sobre los juanetes, durezas, dedos martillo y deformaciones que puede provocar este calzado. - Lesiones de tobillo
Otro de los problemas más comunes son los esguinces y fracturas. El riesgo queda perfectamente ilustrado con la imagen de alguien que camina con zapatos altos por primera vez. La inestabilidad que demuestra afecta especialmente a los tobillos. - Artrosis
El uso continuo de tacones altos hace que algunas mujeres tiendan a arquear las piernas a la altura de las rodillas. Esta fuerza constante en esa zona puede ser el detonante de un deterioro de las articulaciones y provocar una artrosis de rodilla. - Tensión en el tendón de Aquiles
Subirse a los tacones también puede crear tensión del tendón que une el talón con la pantorilla. La postura que adquirimos al llevarlos acorta la longitud de este tendón hasta tal punto que caminar sobre plano puede llegar a ser doloroso. - Mala circulación
Los problemas de tipo circulatorio son bastante frecuente, ya que se dificulta la circulación de retorno, provocando la retención de la sangre en las extremidades inferiores. Por ello, a partir de cierta edad se aconseja no sobrepasar los 5 cm de altura. El primer síntoma es la inflamación local en la zona (piernas hinchadas), retención de líquidos, etc. Pero a la larga, puede ser el detonante de la aparición de varices. Eso sí, podemos realizar baños de contraste o tomar una solución oral con principio vasoprotector para reducir estos síntomas. - Tensión y dolor lumbar
Nuestra espalda también sufre las consecuencias del uso reiterado de tacones altos. La inclinación que provocan en los tobillos, rodillas y cadera hace que la postura del cuerpo cambie y la espalda se curve, provocando tensiones musculares y dolores lumbares.
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