Uno de los lugares más placenteros para relajarse después de una larga jornada es sin duda nuestra cama. Pero, ¿sabemos cuidarla como merece? Todos somos más o menos conscientes de que hay que cambiar a menudo las sábanas pero, ¿cada cuánto es a menudo? ¿Y las almohadas? ¿Y la colcha? ¿Y el colchón? ¿Hay que lavarlo? ¿Cada cuánto tiempo y cómo?
Se ha hablado mucho sobre todo lo que se esconde debajo de las sábanas, aunque también se dicen cosas que son verdades a medias. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que a los ácaros les encanta refugiarse en los colchones, mantas, sábanas, edredones, almohadas… Y es que los ácaros del polvo doméstico, que miden entre 0,2 y 0,5 milímetros, son muy comunes y están relacionados con enfermedades alérgicas en el ser humano la mayoría de casos, de tipo respiratorio: rinitis y asma, explica el doctor Pedro Ojeda, miembro de de la Sociedad española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).
Estos organismos microscópicos que no podemos ver se alimentan de residuos orgánicos -sobre todo de restos de piel muerta, pelos, etc, y están en los colchones por definición. Su presencia es mayor cuanto más viejo es el colchón, en casas húmedas (vive bien y se reproduce con humedades relativas superiores al 50%), o en zonas del litoral. “Es importante señalar que aunque los ácaros estén muertos pueden seguir produciendo alergia”, detalla Ojeda.
Usar fundas de colchón y almohadas especiales para ácaros, y deshumidificadores, además de una buena limpieza de aspiración de la vivienda, y evitar que objetos y muebles acumulen polvo, son las medidas recomendadas de prevención, matiza el experto de la Seaic. Sin olvidar la buena higiene de la cama en sábanas, colchas, almohadas… ¿Cómo hacerlo? No es tan complicado. Vamos por partes.
El lavado de las sábanas: ¿Una? ¿Dos? ¿Tres veces por semana?
En octubre de 2020 una encuesta de Hammonds Furniture revelaba que uno de cada tres británicos lavaba las sábanas una vez al año. El estudio provocó un estado de shock en todas partes, aunque no faltaron opiniones a favor y en contra de ese hábito. Porque, ¿cuál sería la medida correcta? ¿Cada cuánto tiempo debes cambiar las sábanas de tu cama? ¿Sabes cómo lavarlas?
Además, no debemos olvidar que la ropa de cama está en contacto directo con nuestra piel al dormir y, por lo tanto, pueden adherirse a las sábanas el sudor, las células muertas de la piel, los restos de maquillaje y, por supuesto, …¡los ácaros! Por consiguiente, es imprescindible cambiar la ropa de cama una vez por semana y, en caso de estar enfermo, sería conveniente dos veces, apuntan. Eso sin olvidar que un lavado frecuente de la ropa de cama ayuda a evitar problemas dermatológicos.
Esta recomendación general de una vez por semana puede cambiar en verano, cuando lo ideal es meter las sábanas a la lavadora dos veces por semana. ¿La razón? Pues que sudamos más que el resto del año. Además, es bueno para la salud y a quién no le agrada ese olor a limpio a la hora de buscar un buen descanso.
El edredón, la colcha o el cubremantas requieren menos frecuencia de lavado que las sábanas. “Dos veces al año es suficiente”, dicen los especialistas. “Aunque si en la casa vive una mascota, lo ideal sería lavarlos cada mes o cada dos meses", agregan. Y en el caso de los rellenos nórdicos de plumas, "es aconsejable airearlos cada vez que se cambia la funda nórdica y llevarlos a la tintorería al final de una o dos temporadas”.
La higiene de las almohadas
Las almohadas son el complemento ideal para el buen descanso. Para limpiarlas, en primer lugar, hay que separar la funda del relleno. Por lo general, el lavado de la funda suele ser sencillo y, al igual que las sábanas, se aconseja lavarlas una vez por semana. Lo mejor es consultar la etiqueta para utilizar el programa adecuado o incluso elegir el lavado a mano si el tejido es delicado.
Respecto a las almohadas propiamente dichas, podemos establecer una pauta de lavado cada tres meses. Si escogemos hacerlo a mano, debemos utilizar un jabón neutro y nunca lejía. Y hay que dejar escurrir y poner a secar. Una vez secas, es importante ahuecar el cojín para que la fibra no quede apelmazada. Si lavamos cojines en la lavadora, el truco está en meterlos junto a dos o tres pelotas de tenis para que el relleno no se apelmace, y utilizar jabón neutro.
La limpieza del colchón
Una mala higiene del colchón puede derivar en un gran caldo de cultivo para los ácaros, y hay que recordar que estos son los verdaderos desencadenantes de una reacción alérgica. Los expertos de Khama y de la Asociación Española de la cama (Asocama) nos dan algunas pautas para acertar con la limpieza adecuada y evitar problemas futuros de salud.
Las claves para un colchón limpio y sano
1 - Un aspirado mensual. Se recomienda limpiar con una aspiradora su superficie una vez al mes para expulsar posibles ácaros y partículas de suciedad acumuladas durante su uso. Asimismo, debemos establecer una rutina de limpieza a fondo, dos veces al año como mínimo, coincidiendo con el cambio de temporada. Eso hará que el colchón quede libre de bacterias y restos orgánicos como los procedentes de la piel, y también eliminaremos el amoniaco que el sudor va acumulando en el colchón.
2 - Una buena ventilación diaria. No solo nos ayudará a su buen mantenimiento sino también a tener una buena higiene. Puedes ventilar el colchón diariamente. Lo ideal es esperar antes de hacer la cama entre cinco y diez minutos (con la ventana abierta si es posible). Mejor si es de 7 a 10 de la mañana, agrega Coloma. De no hacerlo, además de una mala higiene, se corre el riesgo de aparición de manchas de moho debido al exceso de humedad, la temperatura de la habitación o la falta de circulación de aire.
3 - La funda. Lo ideal es lavarla como mínimo cada dos meses. Esto no solo ayudará a proteger tu colchón, sino también a mantenerlo en buenas condiciones higiénicas. Lo mejor es tener en cuenta las normas escritas en las etiquetas por los fabricantes con respecto al lavado e higienizado. Y recomiendan usar mejor una funda de algodón 100% transpirable y con cuatro puntos de ajuste.
4 - Deshacerse de los malos olores. Los responsables de los malos olores en el colchón suelen ser las bacterias y los gérmenes. Espolvorea un poco de bicarbonato por la superficie del colchón antes de pasar la aspiradora. Y si los olores son muy profundos y persistentes, espolvorea el bicarbonato, cúbrelo y déjalo actuar toda la noche. A la mañana siguiente aspira y rocía con un poco de desinfectante.
5 - Retirar las manchas. ¿Es posible? ¡Por supuesto! Por ejemplo, para eliminar las manchas de orina, sudor y vómito solo hace falta mezclar un poco de limón con agua. Otra opción es humedecer un paño con vinagre blanco y frotar sobre la zona afectada (solo para las de orina y sudor). Y si hay máculas de sangre, el agua oxigenada puede ser muy efectiva: se aplica directamente sobre la mancha con la ayuda de un paño o algodón. Si estos remedios caseros no funcionaran, podríamos recurrir al detergente, mejor líquido. Se frota la zona con un paño humedecido con un poco de detergente y agua, se deja actuar un buen rato. Luego se limpia con agua y se seca bien.
6 - El volteo. Dale vuelta a tu colchón al menos cuatro veces al año. De izquierda a derecha y de la cabeza a los pies. La misma posición del cuerpo una noche tras otra hace que se desgaste más el colchón en esas zonas de apoyo, y el volteo minimiza ese impacto. En caso de que sólo sea necesario el giro del mismo, ya que el colchón esté diseñado específicamente para ello, será necesario hacerlo al menos cuatro veces al año, pasando los pies al cabecero de manera alternativa.
7 - La renovación. ¿Cada cuánto se debe cambiar el colchón? Lo recomendable es cada diez años, sobre todo si no te sientes cómodo o notas que afecta a tu descanso. Además, pasado ese tiempo, las condiciones de firmeza e higiene originales habrán cambiado, apuntan. Eso sí, vigila el tipo y características de la base o somier de láminas, porque si estos no están en perfectas condiciones o no son los adecuados, con el cambio de colchón no se conseguirá el mismo resultado satisfactorio que se puede alcanzar con el cambio del equipo completo.
8 - Ni químicos ni golpes. Evita el uso elementos químicos que no son recomendables para estos productos, ya que pueden dañar la superficie. Y también erradica la vieja y errónea práctica de golpear el colchón para que suelte el polvo y las células muertas acumuladas, ya que lo único que se conseguirá es deteriorarlo.