Sabemos que la piel del rostro es la más expuesta al sol, polvo y agentes medio ambientales; precisamente por ello, es de suma importancia cuidarla con extrema atención; esto no solo implica lavarla a diario.
Muchas veces creemos estar haciendo un buen trabajo con la limpieza de nuestro rostro, pero consultando con especialistas en el área, nos damos cuenta que no es así. En esta ocasión, junto con Flor de Rivera, Directora de Pevonia Facial, te enlistamos cuatro errores que podrías estar cometiendo con tu rostro, para que a partir de ahora, los evites a toda costa.
Lavarte el rostro muchas veces al día.
Es normal que en ocasiones sientas que tienes la piel con exceso de grasa o brillo y que quieras lavarla
de inmediato, sin embargo, no es lo adecuado, puesto que, el intento insistente de eliminar la grasa del rostro, solo ocasionará que la piel produzca más, como un mecanismo de autodefensa. Lo indicado es lavarte la cara dos veces al día: una vez en la mañana y una vez en la noche.
Aplicarte productos sin previa evaluación médica.
Siempre es necesario que visites a un especialista para que te asesore sobre qué productos son idóneos para tu piel y así evites resultados desagradables como inflamaciones o alteraciones. En Pevonia Facial, antes de aplicar un producto, realizan una permeabilización (remueven las capas muertas y abren los poros para que el producto que se aplique posteriormente, penetre con mayor facilidad).
TE PUEDE INTERESAR: EL COLÁGENO QUE TU PIEL NECESITA ESTÁ EN ESTOS ALIMENTOS
Pensar que la piel joven no necesita cuidado.
Desde el momento que tu cuerpo desarrolla, tu piel experimenta cambios y por ende, tiene diferentes necesidades que debes prestar atención.
Durante esa etapa no tienes problemas de arrugas pero sí exceso de grasa y brillo, poros visibles o incluso acné, así que recuerda tomar medidas preventivas; de esa forma, el paso de los años no será tan notable.
No conocer exactamente cómo es tu piel.
Esto significa que no solo debes saber qué tipo de piel tienes, sino estar consiente de las actividades que realizas, tus horarios de exposición al sol, edad y hábitos alimenticios, para que puedas externarlos con facilidad a un profesional, y así elegir el tratamiento o los cuidados más efectivos para ti.