Las causas de la enfermedad renal crónica (ERC), que golpea fuertemente a poblaciones de Centroamérica, siguen siendo un misterio para investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston (EE.UU.).
Según sostuvieron en declaraciones a Acan-Efe los investigadores de Boston, existen suficientes evidencias para hablar de "epidemia" de ERC en Nicaragua y otros países centroamericanos, pero no pueden confirmar qué exposiciones específicas está causando la enfermedad en la región.
"En Nicaragua, Honduras y El Salvador, las tasas de mortalidad ajustadas por edad debido a la ERC están entre las diez más altas del mundo", expresó el doctor Daniel Brooks, profesor asociado de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston.
Brooks explicó que, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), El Salvador y Nicaragua "parecen ser los más afectados" por la enfermedad, que produce la pérdida de las funciones normales del riñón.
"Sin embargo, parecen existir zonas afectadas que se extienden del sur de México hasta Panamá, principalmente a lo largo de la costa del Pacífico" agregó.
Un profesor asociado del Departamento de Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, Michael McClean, señaló que "probablemente hay más de un factor involucrado en la causa de esta epidemia de enfermedad renal crónica en América Central".
Los científicos de Boston explicaron que entre las posibilidades más frecuentemente mencionadas por investigadores de la región sobre qué exposiciones específicas están causando la enfermedad están el estrés por calor y la deshidratación, la exposición a agroquímicos, el uso de medicamentos, arsénico, enfermedades infecciosas y susceptibilidad genética.
Los investigadores consideraron "probable" que se estén combinando dos o más exposiciones para producir este "exceso inusual" de ERC."Los resultados de nuestro estudio (...) son consistentes con la hipótesis de que el estrés por calor y la deshidratación pueden desempeñar un papel probablemente en combinación con otros factores ocupacionales o no ocupacionales", dijo McClean.
No obstante, mantuvo que se necesitan estudios que midan directamente la exposición al calor y la deshidratación, los agroquímicos y otros agentes causales potenciales para determinar si juegan un papel.
McClean recordó que todavía no se ha demostrado que el estrés por calor sea una causa de la epidemia de IRC, sin embargo, "hay pruebas suficientes para afirmar que el estrés por calor ocupacional debe ser prioridad en investigaciones adicionales".
Según explicaron los científicos estadounidenses, los trabajadores agrícolas son una población de alto riesgo, dos a tres veces más propensos a desarrollar ERC en comparación con personas que nunca han trabajado en la agricultura.
En este sentido expusieron que se ha observado mayor riesgo en las comunidades de mineros, campesinos y pescadores. "De nuestra investigación y de las investigaciones de otros parece que los trabajadores de la caña de azúcar son una de las poblaciones más afectadas", expresó Brooks.
Asimismo, señaló que su hallazgo de que "la epidemia está afectando a los trabajadores de otras industrias también es consistente con estudios previos realizados por otros".
Brooks manifestó que existe en la actualidad alguna limitada evidencia de que factores no ocupacionales también pueden estar involucrados en la causa de la enfermedad.
"En un estudio que realizamos entre adolescentes en Nicaragua que aún no habían trabajado en puestos de trabajo manuales se encontraron algunas pruebas de daño renal incipiente (...), lo que parece extenderse a todas las regiones estudiadas", indicó el científico.
El profesor recordó que el gobierno de El Salvador está actualmente llevando a cabo un estudio nacional para determinar la frecuencia de IRC en todo el país. "Este estudio será muy útil para una mejor caracterización de quiénes son los afectados por la epidemia", expresó.