Hasta no hace mucho, las complicaciones de salud relacionadas con la sexualidad masculina constituían todo un tabú. Pocos eran los hombres que se aventuraban a reconocer que sufrían algún tipo de disfunción y menos aún los que decidían recurrir a su médico de familia o al urólogo para ponerle remedio. Sin embargo, la puesta a la venta hace más de una década de Viagra de Pfizer supuso toda una revolución en la medicina sexual. Los problemas de erección, hasta el momento difícilmente curables si son crónicos, han encontrado en los fármacos específicos como la propia Viagra, Cialis o Levitra un paliativo eficaz. La eyaculación precoz también cuenta también por fin con Priligy, un tratamiento innovador. Pero, ¿qué sucede con el resto de patologías que afectan a la sexualidad del hombre directamente?
Cuando el sexo falla
La edad es un factor importante a la hora de desarrollar algún tipo de complicación relacionada con el desempeño sexual. En la mujer hablamos de la menopausia, una etapa que conlleva numerosos cambios hormonales y que suele desencadenar problemas de lubricación, disminución del deseo sexual o anorgasmia. En el hombre, los cambios son menos evidentes. Sin embargo, ello no quiere decir que no existan. Normalmente, a partir de los 40 ó 50 años, existe un gran riesgo de padecer el llamado "síndrome por déficit de testosterona" (STD). Se produce cuando disminuye el nivel de esta hormona en los testículos. Eso sí, no es equiparable a una "menopausia masculina" en toda regla.
¿Cómo tratar el síndrome por déficit de testosterona?
Esta patología está todavía poco estudiada, por lo que su detección y diagnóstico no siempre son eficaces. En España fallan las campañas para mentalizar sobre la importancia de someterse a chequeos regulares para controlar los niveles de testosterona y el estado general de salud del hombre.
En la actualidad es difícil establecer la prevalencia real de este síndrome, pero se considera que en torno a un 40% de los mayores de 50 años podrían sufrirlo. Implica trastornos psicológicos, metabólicos y sexuales, afectando a la calidad de vida de quien lo padece. Para paliar sus síntomas, se prescriben tratamientos con testosterona (en cremas, parches o inyecciones) o de sustitución hormonal. La concienciación es esencial para mejorar la prevención y detección precoz.