Todos los días nos enfrentamos a cientos de situaciones en las que tenemos que escoger entre una u otra opción ¿Quién no se enfrenta a diario a pequeños dilemas que agregan a nuestra cotidianidad un sabor picante?, por ejemplo: ¿Qué desayunar? ¿Qué ropa vestir? ¿Qué expresar ante compañeras y compañeros de trabajo o estudio?, en fin, muchísimas son las decisiones que diariamente son tomadas de formas casi automática e inconsciente. Sin embargo no podemos ignorar que hay decisiones que parecen ser más difíciles y son estas las que usualmente harán una diferencia en nuestra vida.
Ha llegado el momento de sincerarnos, a pocas personas nos gusta tomar este tipo de decisiones y solemos poner la responsabilidad en manos del “destino” o peor aún de otra persona. El problema es que perdemos de vista que otorgarle ese poder a alguien más o a los azares de la vida es en sí, tomar una decisión: la de la pasividad y la irresponsabilidad para con nosotras y nosotros mismos. Puedo citar por ejemplo la clásica situación en la que esperamos que nuestra pareja termine con la relación sentimental que sostenemos, aún cuando ya no somos felices desde hace mucho, y nos exponemos a escenarios fuertemente desgastantes que inclusive pueden rayar en lo indigno. Otro buen ejemplo es cuando nos quejamos de nuestro trabajo, pero no hacemos nada para cambiar nuestra situación laboral.
Este fenómeno influenciado por nuestras inseguridades y más grandes temores, ha sido ya analizado por las teorías gerenciales, que mucho tienen que ver con la psicología, y es por ello que se prestará y analizará algunos pasos que ayudan a tomar decisiones desde la racionalidad y que pueden ser aplicados en las diversas áreas de nuestra vida:
Identifica el dilema o el problema.
Lo primero es estar consciente cuál es la problemática que exigirá una respuesta, ya sea que tengamos que decidir en cuál centro educativo estudien nuestros hijos e hijas, si compraremos o no una propiedad, o si nos involucraremos con una persona; es necesario que abramos nuestros ojos ante la responsabilidad que se avecina y que identifiquemos dicha situación.
Búsqueda de información.
Empápate de la información pertinente, recuerda que eres tú quien más se preocupara por tus intereses, no delegues esta responsabilidad a nadie más, así que de ser necesario conviértete en un investigador cuestiona y pregunta.
Análisis de la situación y evaluación de opciones.
Seguido de esto analiza y sé crítico, trata de pensar como tu decisión podría afectarte en términos de largo plazo; revisa además las diversas opciones y haz un estudio breve de los pros y contras de las posibles estrategias.
Toma a decisión y acciona.
Sé estratégico y firme en tu decisión, aún en situaciones donde nos han enseñado que es el corazón quien manda, descubrirás que es importante involucrar la razón. La forma en que corriges a tus hijos e hijas y si eres congruente con ello, influirá directamente en su percepción de la autoridad; o si decides conservar una relación o una amistad, podría repercutir en la paz y tranquilidad que exista en tu vida diaria.
Una decisión tomada racionalmente aumentará las probabilidades de éxito, y seguramente también conllevará a algunos riesgos. Pero a diferencia de antes, te sabrás libre, tu confianza aumentará y no solamente te harás responsable de tus fracasos sino de tus éxitos, sabiéndote una persona que labra su destino.
Por
Fátima Baldovinos
Psicologa
Contacto:7023-0477
Interesante articulo, pero salio cortado por la mitad en vertical, podrias mandarmelo .
Gracias.
Juan.