Salud

¿Cuál es la relación que existe entre la felicidad y tu intestino?

jueves 21, abril 2022 - 12:00 am

¿Alguna vez te has preguntado por qué cuando estás preocupado se siente un nudo en el estómago o cuando se está enamorado sientes mariposas? Estas curiosas sensaciones tienen que ver con la conexión entre nuestro cerebro, nuestro intestino y los microorganismos que habitan en él.

Así se comunican el intestino y el cerebro

 

Cerebro e intestino se influyen mutuamente. El cerebro envía mensajes al intestino (por ejemplo, cuando estamos nerviosos y perdemos el apetito) y el intestino envía mensajes al cerebro. En esta comunicación entre órganos, las celestinas son las sustancias que producen las bacterias, como ácidos grasos de cadena corta y sustancias químicas neurotransmisoras, que viajan a través de la autovía del nervio vago.

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Los neurotransmisores son las sustancias que ponen en contacto nuestras neuronas y transmiten todas las acciones ordenadas por el cerebro, tales como el movimiento o la conducta. También son capaces de modular nuestras emociones. Nuestra felicidad está muy vinculada a la eficiencia química cerebral con que nuestros neurotransmisores viajan de ida y vuelta, comunicando nuestras emociones con nuestros pensamientos. Nuestras facultades de sentir, pensar y actuar, así como de permanecer en armonía con nosotros mismos, dependen del funcionamiento normal del cerebro y de los neurotransmisores.

Muchas bacterias intestinales son capaces de sintetizar y liberar neurotransmisores. Por tanto, pueden modular directa o indirectamente lo que sentimos y nuestro comportamiento. Cuando la producción de neurotransmisores es excesiva, deficiente o nula se presentan problemas de comportamiento y enfermedades mentales. Veamos cuáles son los principales neurotransmisores.

A la serotonina se la conoce como la "molécula de la felicidad". La microbiota actúa sobre los niveles de los precursores de este neurotransmisor, como el triptófano: si los niveles de triptófano son bajos no se produce suficiente serotonina y, junto con otros factores, puede dar lugar a depresión o a ansiedad. La serotonina también interviene en el apetito sexual, la conducta suicida y la percepción del dolor. En el cerebro, produce un estado de bienestar y en el intestino, donde se produce el 95% de ella, establece el ritmo del tránsito digestivo y regula el sistema inmunitario.

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El eje intestino-cerebro funciona como un sistema de comunicación bidireccional y se está postulando como una posible explicación a trastornos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer, la de Parkinson, la depresión, la ansiedad, el autismo o la esclerosis múltiple.

Este eje está formado por la microbiota, por el sistema nervioso entérico (SNE) del aparato digestivo y por el sistema nervioso central. El SNE está compuesto por entre 200 y 600 millones de neuronas que se hallan principalmente en la pared del intestino y se conectan con el cerebro a través del nervio vago, que va del tronco cerebral al abdomen.

Se denomina microbiota al conjunto de millones de microorganismos que conviven de manera simbiótica en el intestino. Su composición es distinta de una persona a otra. Podemos alojar hasta 300 especies de bacterias distintas junto con virus, hongos y levaduras. Sabemos que estos microorganismos son muy importantes para la salud, pero lo sorprendente es que la microbiota pueda influir incluso sobre la salud mental.

Cómo funciona la relación entre microbiota y cerebro

 

Cerebro e intestino se influyen mutuamente. Cuando padecemos estrés nuestra flora intestinal se resiente, lo que revierte en un proceso inflamatorio que, a su vez, perjudica las funciones cognitivas y empeora los síntomas. Pero si cuidamos la composición de la microbiota, asimilaremos mejor los nutrientes y produciremos neurotransmisores que nos hacen sentir en equilibrio. Podemos actuar tanto sobre el intestino como sobre el cerebro para que el sistema funcione a la perfección.

  • Con una microbiota sana, se liberan "moléculas de la felicidad", mejora el humor, se duerme bien y se dispone de más energía física. Los niveles de dopamina y serotonina son óptimos y la asimilación de nutrientes a nivel intestinal, idónea. El apetito está bien regulado y los tejidos intestinales en buen estado, gracias a la acción de los alimentos prebióticos y probióticos.
  • En cambio, con una microbiota en disbiosis se genera un exceso de adrenalina y noradrenalina, es más probable que aparezcan síntomas de depresión y estrés, la inflamación llega a las neuronas y las toxinas alimentarias pueden pasar a la sangre, pues debido a la inflamación intestinal aumenta la permeabilidad de sus paredes.

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