Salud

"La compañía y el amor de mi familia fueron mi sanación".

viernes 19, octubre 2018 - 12:11 pm

María Isabel Montoya es sobreviviente del cáncer y relata cómo superó esta batalla.

Era el 23 de mayo de 2016. La dulzura y amabilidad de los médicos era mayor que de costumbre, ese trato bonito presagiaba una mala noticia…

María Isabel Montoya tenía un tumor de dos centímetros en su mama derecha. Era candidata para realizarse una mastectomía radical. Ella recuerda que salió del consultorio y se fundió en un abrazo lleno de lágrimas con su hija Kathya. Sabía que le esperaba un largo y duro camino para tratar el cáncer.

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A pesar de que la enfermedad fue descubierta en una etapa poco avanzada, le atacó, como cualquier otro padecimiento, cuando menos no lo esperaba. Fue su madre quien le recomendó realizarse ambas una mamografía; la primera vez tenía una bolita en su seno izquierdo que con el tiempo se disolvió; pero el afectado fue su otro seno, con un tumor maligno.

Solo un mes después, María entró al quirófano para la operación. Relata que jamás olvidará las palabras de una oncóloga al decirle: “esto es solo el comienzo, yo ya pasé por eso, también estuve en ese asiento. Me quitaron mis pechos y aquí estoy”, fueron palabras fuertes, pero realistas y un gran apoyo para ella en ese momento.

Montoya inició posteriormente la fase más traumática para ella: las quimioterapias. Comenta que pensó en posponerlas porque anhelaba disfrutar las vacaciones con su familia, pero no podía darse el “lujo” de esperar, ya que se propuso “ganarle al cáncer”.

"Ese día mi hija, mi esposo y mi hijo estaban ahí, todos me acompañaron. Cuando me tocaba la quimioterapia me mentalizaba para ver lo bueno: a mi familia junto a mí”, cuenta esta cariñosa madre de familia.

Doce días después de iniciar aquel proceso, su cabello comenzó a caerse. “ Eso no fue fácil, ya no se ve uno igual; cuando me veía al espejo sentía como si no fuera yo, lloraba, yo misma me arrancaba mechones para que cayera más rápido”, recuerda.

Y no solo era solo el cabello: su piel lucía con un aspecto áspero, estaba delgada, sus uñas se pusieron oscuras, sentía tristeza en su interior. Sin embargo, dice que tener el amor incondicional de Dios y su familia hizo que poco a poco recuperara la alegría que siempre la caracterizó.

En efecto, cuando ella se rehusaba a quitarse el pañuelo que cubría su cabeza frente a su esposo, él la comprendía. Su madre también la consentía como a una niña y le preparaba jugos naturales cada mañana. Sus hijos la llenaron de besos y abrazos en todo momento.

María Isabel cree que Dios le dio palabras de consuelo a todos los que la rodeaban para que hacerla sentir mejor y ayudarle a superar la prueba. Ella ha recuperado su semblante tranquilo y animado.

"Le veo más sentido a la vida. Aprecio una tarde, el aire, lo bien que me siento, lo lindo de una flor, cosas que antes uno pasa desapercibido, como el simple cantar de un pájaro… Puedo seguir adelante sin un pecho”, concluye.

Por: Marcela Moreno



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